miércoles, 1 de abril de 2015

"Cumbre borrascosa", o la VII Cumbre de las Américas

            El título de este escrito no se refiere a la famosa novela inglesa, “Cumbre Borrascosa” escrita por Emily Brontë en 1847 sino sobre la VII Cumbre de las Américas donde se congregarán por espacio de dos días (10 y 11 de abril de 2015) los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros del Hemisferio para debatir sobre aspectos políticos y comprometerse a tomar acciones concertadas tanto en sus respectivos países como en el ámbito regional.

            Dos hechos tendrán mayor peso en esta reunión cumbre de mandatario, uno la presencia del Presidente Barack Obama, y la presencia de Cuba, la cual vuelve luego de haber sido expulsada del seno de la OEA en 1962. Otro punto relevante es la presencia de Nicolás Maduro, mandatario de Venezuela, país latinoamericano que está sintiendo el peso interventor de la política norteamericana en busca de revertir la situación imperante en esa nación.
            El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, dijo que será una “cumbre de alegría” y que la agenda está enfocada de forma positiva, sin embargo, “eso depende del nivel de diálogo entre Estados Unidos y Venezuela”, detalló en declaraciones a  AFP. Pero lejos de la alegría que debe rodear la cumbre, al parecer los países latinoamericanos se volverán a reunir con claras diferencias políticas, pues en pleno siglo XXI aun las diferencias políticas nos dividen. En este escenario se congregarán los llamados países del Alba que responde a una concepción nueva de gestión del estado y por el otro, los países democráticos encabezados por los Estados Unidos que propician el libre mercado y la globalización como fórmula para mejorar las condiciones sociales en las Américas.
           El presidente de Cuba, Raúl Castro, dijo “asistiré para expresar nuestras posiciones con sinceridad y respeto por todos los jefes de estado y de gobierno sin excepción”, refiriendo a la Cumbre de las Américas. Para los cubanos las posibilidades de lograr un acuerdo beneficioso para la isla no parece una quimera, al contrario las muestras o señales de querer un cambio en las relaciones de ambos estados parece estar a la vuelta de la esquina, en este caso en la Cumbre de Jefes de Estado. Es un hecho relevante e histórico por la cantidad de lustro que han separado a ambos gobiernos, años de diferencias ideológicas. Ya se han dado señales para ello como la liberación de cubanos señalados como espías, o la liberación de unas cuarentas empresas con los cuales los norteamericanos no podían realizar negocios, muchas de ellas con presencia en territorio panameño.     
            Así en medio de sonrisas, brindis y ceremonias protocolares el ambiente de la Cumbre de Jefes de Estado estará más que enrarerizado y cargado de conspiraciones. La izquierda liderizada por Venezuela y Cuba tratarán de hacer valer sus concepciones sobre el mundo actual donde el enemigo a batir son los Estados Unidos. Los heraldos del nuevo socialismo no convencen a la mayoría de los habitantes en latinoamérica, lo consideran hipócrita dado a que no plantean reales soluciones a las necesidades más apremiantes de sus pueblos. La continuidad en el poder en contraposición a la alternabilidad pone en peligro la gobernalidad democrática en el continente, donde un solo personaje se adjudica, cual rey, las decisiones que impondrán a sus subalternos, sin que exista posibilidad de echarlas para atrás.
            Los Estados Unidos vienen a ver cómo se encuentran sus vecinos, su traspatio como nos consideran. Pero esta vez, el traspatio está invadido por otra corriente, se han tomado parte de ese traspatio para intentar incubar en este territorio la semilla del socialismo del siglo XXI que parece ser tener buenas ideas, pero tiene factores muy negativos, uno de ellos, mencionado arriba, otros el derecho de los ciudadanos a disentir, a opinar en contra de medidas que les afectan, y el uso desmedido de la fuerza que le da el poder para acallar las voces disidentes. Así, el viento parece favorecer a la larga a los Estados Unidos.      
          Panamá como anfitrión muestra su mejor cara a los convidados, los hoteles están a su máxima capacidad, y la cita será histórica pues el solo hecho de que dos enemigos antagónicos como lo son los Estados Unidos y Cuba se entrelacen en un abrazo sin que ninguno de su brazo a torcer, es indicativo que las cosas por estos lares están cambiando. Y los Estados Unidos deben poner atención a estos, no volviendo a rearmar las fuerzas armadas del continente, aliadas históricas de sus desaciertos en la política aplicada al continente sino promoviendo soluciones contundentes a las grandes necesidades de desarrollo de estos pueblos.  

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