Diablo Rojo en la ciudad de Panamá |
Una de las costumbres que resaltaban ante la vista
de los turistas a su llegada a Panamá eran las pinturas expuestas en los buses
urbanos llamados “diablos rojos” en donde sus dueños entregaban todo el espacio
posible para que artistas panameños puedieran plasmar sus creaciones.
Con la construcción de vías que acogerán al metro de
Panamá y a modernos buses, esta característica propia del paisaje cultural
panameño desaparecerá, calculándose para el mes de agosto del año 2013 su total
extinción dejando sus rutas a un transporte mucho más eficiente como los
existentes en otros lares.
Breve reseña histórica del transporte público
en Panamá
Durante el gobierno de Dr. Arnulfo Arias
Madrid en 1940, se eliminó “el sistema de tranvía que prestaba
servicio en la capital desde principios del siglo XX”. Al suprimir
este servicio se instauró la modalidad de rutas de autobuses dando las
concesiones a sectores privados.
El Gobierno del General Torrijos (1968-1981)
también asumió el problema del transporte que para ese momento era ineficiente,
y donde existían unas chivitas, decoradas con vistosos colores, cuya carrocería
era de madera y o de metal.
Chivitas que quedaron en el pasado |
Esto obligó al gobierno de ese entonces a hacerse
cargo de las concesiones de rutas que le pertenecían al Estado panameño y
dárselas a los propios conductores, creándose leyes que permitían la
importación de buses, en primer lugar provenientes de España y luego los de
tipo escolar provenientes de los Estados Unidos, realizándoles un arreglo
total.
Obras de arte expuesta en los “diablos rojos”
No hay mucho registro de esta historia, dicen que
se remonta a 1973-1974 que es cuando llegan los buses españoles, de muy corta
duración en las calles panameñas bajo la denominación de CUTSA para luego dar
paso a los llamados “diablos rojos”.
Los dueños de estos buses heredaron la costumbre de
pintarlos y decorarlos con temas que les parecían más apropiados al momento o
se identificaban con ellos al estilo de las antiguas chivitas.
De esta forma, una buena cantidad de artistas
plásticos hicieron de estos buses sus lienzos pintándolos y dándoles una nueva
cara a sus vetustas carrocerías y, en las ciudades de Panamá y Colón, proyectaron
una nueva imagen al paisaje cultural citadino.
Así, los buses reacondicionados y pintados se
adueñaron de las vías. Hicieron y deshicieron a su antojo por más de cuatros
décadas, escenificando todo tipo de atropellos, lo que les valió el
mote de los “diablos rojos”, un calificativo muy popular que los
describe merecidamente dado su accionar por la historia de Panamá.
Los temas de las “chivitas” de inicio de la
República de Panamá
En 1974, un ensayo escrito por Julio Arosemena Moreno, en la Revista Lotería, edición nº218 de abril de ese año, dio a conocer a
través del trabajo de la cátedra universitaria de Folklore, la recolección de
1,783 rótulos y 337 pintura producto de la labor de estudiantes que se
dedicaron a registrar esta práctica para la historia.
En ese entonces, en mayo de 1973 se estaba
esperando la importación de modernos buses españoles, lo que motivó la
investigación debido a la “inevitable renovación del equipo rodante” lo
que obligaría “el desplazamiento de las chivas y busitos”.
Las chivas o busitos eran pintados de
vistosos colores y paisajes, y por ello, el profesor inició la “urgente
tarea de recolectar este rico filón de elementos y rasgos culturales que por
años ha dado personalidad-identidad o carácter propio”, a cada uno de
ellos, según nos ilustra Arosemena Moreno, quien lo calificó como parte del
folklore urbano.
Para el catedrático, el folklore urbano se
encuentra “expuesto a una brusca desaparición o transformación, que por
su rapidez no permite su recolección con la amplitud necesaria”.
Una diversidad de temas en las pinturas de
los buses “diablos rojos”
Los temas encontrados en estos buses “diablos
rojos” van desde los románticos: los nombres escritos de las novias, o los
familiares; los de orden históricos, como la Torre de Panamá Viejo; los que
tratan temas del acontecer internacional; los referentes a alguna situación
especial, como la visita del Papa a Panamá; los de figuras épicas, o de dioses del
Olimpo; otros hacen referencias a figuras o película, incluso personajes de
tiras cómicas, entre una gama mucho mayor de temas pintados.
Es a través de los rótulos y pinturas como se puede
conocer aspectos lingüísticos del medio panameño, el cual es muy variado, donde
encontramos regionalismos, panameñismos, la deformación intencional o por
desconocimiento de la lengua, la influencia creativa de letra y número, los
problemas fonológicos, entre otros.
“Son parte de una fuerte interrelación”,
afirma Arosemena Moreno sobre los rótulos y pinturas, debido a que es la “búsqueda
del equilibrio, aspirando el encuentro del hombre consigo mismo, la sociedad en
que vive y el ambiente natural e histórico que le sirve de marco de
referencia”.
“El arte de murales rodantes, diferente del que el
mundo occidental moderno suele entender, es un arte propio que corresponde a
las características históricas y sociales en que surge y a los propósitos de la
comunidad que lo hace posible”, explica el
profesor de Folklore
En cierta forma los panameños y extranjeros verán
la desaparición, poco a poco, de estos trabajos artísticos rodantes que eran
motivo de halagos y probablemente lo más valioso de este tipo de transporte
público, mientras a otros criticaban o les escandalizaba la música, la
presencia del “pavo” o la velocidad con que recorrían sus rutas, propio del
paisaje citadino panameño que, producto de la modernización del trasporte,
desaparecerá.