jueves, 29 de agosto de 2013

El transporte, hacia un cambio radical en Panamá

Diablo Rojo en la ciudad de Panamá
Una de las costumbres que resaltaban ante la vista de los turistas a su llegada a Panamá eran las pinturas expuestas en los buses urbanos llamados “diablos rojos” en donde sus dueños entregaban todo el espacio posible para que artistas panameños puedieran plasmar sus creaciones.
Con la construcción de vías que acogerán al metro de Panamá y a modernos buses, esta característica propia del paisaje cultural panameño desaparecerá, calculándose para el mes de agosto del año 2013 su total extinción dejando sus rutas a un transporte mucho más eficiente como los existentes en otros lares.

Breve reseña histórica del transporte público en Panamá

Durante el gobierno de Dr. Arnulfo Arias Madrid en 1940, se eliminó “el sistema de tranvía que prestaba servicio en la capital desde principios del siglo XX”. Al suprimir este servicio se instauró la modalidad de rutas de autobuses dando las concesiones a sectores privados.
El Gobierno del General Torrijos (1968-1981) también asumió el problema del transporte que para ese momento era ineficiente, y donde existían unas chivitas, decoradas con vistosos colores, cuya carrocería era de madera y o de metal.
Chivitas que quedaron en el pasado
Esto obligó al gobierno de ese entonces a hacerse cargo de las concesiones de rutas que le pertenecían al Estado panameño y dárselas a los propios conductores, creándose leyes que permitían la importación de buses, en primer lugar provenientes de España y luego los de tipo escolar provenientes de los Estados Unidos, realizándoles un arreglo total.

Obras de arte expuesta en los “diablos rojos”

No hay mucho registro de esta historia, dicen que se remonta a 1973-1974 que es cuando llegan los buses españoles, de muy corta duración en las calles panameñas bajo la denominación de CUTSA para luego dar paso a los llamados “diablos rojos”.
Los dueños de estos buses heredaron la costumbre de pintarlos y decorarlos con temas que les parecían más apropiados al momento o se identificaban con ellos al estilo de las antiguas chivitas.

De esta forma, una buena cantidad de artistas plásticos hicieron de estos buses sus lienzos pintándolos y dándoles una nueva cara a sus vetustas carrocerías y, en las ciudades de Panamá y Colón, proyectaron una nueva imagen al paisaje cultural citadino.
Así, los buses reacondicionados y pintados se adueñaron de las vías. Hicieron y deshicieron a su antojo por más de cuatros décadas, escenificando todo tipo de atropellos, lo que les valió el mote de los “diablos rojos”, un calificativo muy popular que los describe merecidamente dado su accionar por la historia de Panamá.

Los temas de las “chivitas” de inicio de la República de Panamá

En 1974, un ensayo escrito por Julio Arosemena Moreno, en la Revista Lotería, edición nº218 de abril de ese año, dio a conocer a través del trabajo de la cátedra universitaria de Folklore, la recolección de 1,783 rótulos y 337 pintura producto de la labor de estudiantes que se dedicaron a registrar esta práctica para la historia.
En ese entonces, en mayo de 1973 se estaba esperando la importación de modernos buses españoles, lo que motivó la investigación debido a la “inevitable renovación del equipo rodante” lo que obligaría “el desplazamiento de las chivas y busitos”.
Las chivas o busitos eran pintados de vistosos colores y paisajes, y por ello, el profesor inició la “urgente tarea de recolectar este rico filón de elementos y rasgos culturales que por años ha dado personalidad-identidad o carácter propio”, a cada uno de ellos, según nos ilustra Arosemena Moreno, quien lo calificó como parte del folklore urbano.
Para el catedrático, el folklore urbano se encuentra “expuesto a una brusca desaparición o transformación, que por su rapidez no permite su recolección con la amplitud necesaria”.

Una diversidad de temas en las pinturas de los buses “diablos rojos”

Los temas encontrados en estos buses “diablos rojos” van desde los románticos: los nombres escritos de las novias, o los familiares; los de orden históricos, como la Torre de Panamá Viejo; los que tratan temas del acontecer internacional; los referentes a alguna situación especial, como la visita del Papa a Panamá; los de figuras épicas, o de dioses del Olimpo; otros hacen referencias a figuras o película, incluso personajes de tiras cómicas, entre una gama mucho mayor de temas pintados.
Es a través de los rótulos y pinturas como se puede conocer aspectos lingüísticos del medio panameño, el cual es muy variado, donde encontramos regionalismos, panameñismos, la deformación intencional o por desconocimiento de la lengua, la influencia creativa de letra y número, los problemas fonológicos, entre otros.
Son parte de una fuerte interrelación”, afirma Arosemena Moreno sobre los rótulos y pinturas, debido a que es la “búsqueda del equilibrio, aspirando el encuentro del hombre consigo mismo, la sociedad en que vive y el ambiente natural e histórico que le sirve de marco de referencia”.
“El arte de murales rodantes, diferente del que el mundo occidental moderno suele entender, es un arte propio que corresponde a las características históricas y sociales en que surge y a los propósitos de la comunidad que lo hace posible”, explica el profesor de Folklore
En cierta forma los panameños y extranjeros verán la desaparición, poco a poco, de estos trabajos artísticos rodantes que eran motivo de halagos y probablemente lo más valioso de este tipo de transporte público, mientras a otros criticaban o les escandalizaba la música, la presencia del “pavo” o la velocidad con que recorrían sus rutas, propio del paisaje citadino panameño que, producto de la modernización del trasporte, desaparecerá.





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