domingo, 25 de agosto de 2013

Tagua, artesanía indígena en Darién

Un árbol parecido al marfil
Conocidos con el nombre científico de “Phytelephas macrocarpa”, “Phytelephas seemannii”, o “Phytelephas Aequatorialis” de la familia Arecaceae, la tagua es un árbol que crece en zonas montañosas y húmedas en Panamá, Colombia, Perú, Ecuador y Brasil, cuyo designación varía según el sitio donde se encuentre.
El desarrollo y proceso de germinación de la tagua se da en forma natural y necesita unos quince años para dar frutos. En ciertos lugares de Suramérica, la harina de tagua es utilizada como alimento para el ganado, cerdo o aves.
La tagua es una palma que alcanza un máximo de dos metros de altura. Produce frutas del tamaño de un balón de baloncesto, y cada cápsula está provista de 20 a 30 semillas que se endurecen al madurar.
La semilla es recolectada por los campesinos y luego que la fruta está madura se corta y se espera de 8 a 15 días para su desprendimiento total de la pulpa. Luego de que se seca la tagua, se procede a su distribución clasificándolas de acuerdo a su tamaño.
Proceso de tallado de la tagua
Los indígenas panameños Emberá-Wounaan de Darién trabajan las semillas, realizando verdaderas obras de artes mediante un proceso de tallado a mano, luego de ello se procede al lijado y pulido de las piezas, realizándoles al final un “curetaje” para evitar que se apolillen. Las figuras son representaciones zoomórficas del mundo natural en que viven.
Los artesanos, especialmente los indígenas, se las ingenias en ofrecer cada vez más una variedad de diseños y colores haciendo copias idénticas a las encontradas en la naturaleza. Es como recrear un momento real en la vida de un animal, hecho con precisión y con muchos detalles, así como ofrecer una gran variedad de objetos.
La deforestación está amenazando el área donde crece la palma de tagua, principalmente en Panamá y en América Latina y a los artesanos se les hace difícil ubicar esta planta, lo que los obliga a internarse cada vez más en las altas montañas.
La explotación de la tagua
La tagua como producto comercializable se explotó durante la época colonial cuando los españoles, a su llegada al continente, comenzaron a utilizarla para hacer botones, mangos de paraguas y bastones, pipas, teclas para pianos, juegos de ajedrez y toda una gama de utensilios, utilizando las versatilidades de esta semilla.
Los mercados de mayor consumo son los Estados Unidos y Europa a donde se exportan en grandes cantidades. El descubrimiento del plástico en los años 30 del siglo pasado logró un poco alejarlo del comercio, utilizándose únicamente en la industria de la joyería y de la alta costura. Sin embargo en la actualidad ha subido la demanda debido a su utilidad para la confección de artesanías, joyas y otras aplicaciones.
Esto obedece a la alarma causada por los derivados del petróleo y su daño colateral al ambiente, además de las medidas tomadas en la prohibición de cazar los elefantes o rinocerontes, animales en peligro de extinción cuyos cuernos eran la materia prima del marfil en el mundo.
Un proyecto para domesticar la tagua
El interés económico que ha despertado la tagua en este siglo XXI ha hecho que los países realicen investigaciones para poder cultivarla y así poder industrializar sus productos.
Panamá, quien se sumó tarde a esta comercialización ha logrado perfeccionar a través de su población indígena Emberá-Wounam recrear figuras muy elaboradas de la vida de los animales en el bosque, los cuales son muy cotizados por los turistas a la hora de visitarlos en sus propias aldeas.
Debido a esto, empresas europeas han adelantado negociaciones con el gobierno panameño para instalar una procesadora de tagua en las selvas del Darién. Se ha sumado a la investigación el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, auspiciado por la Organización de Maderas Tropicales con sede en Japón, para cultivarla fuera de la zonas selváticas donde crece con el fin de domesticarla.
El proyecto plantea el estudio de la tagua para conocer así su ciclo reproductivo y las posibilidades de cultivarla fuera de su entorno natural, el cual está cada vez más amenazado producto de la deforestación que se registra en su hábitat.
El estudio busca, además, lograr la explotación sostenible de la tagua en Darién, donde los principales beneficiados serán los indígenas de este territorio a la par de identificar, en el bosque, productos no maderables para su explotación como lo son las resinas de los árboles, semillas, frutas, fibras, arbustos medicinales, entre otros.
Stanley Heckadon, investigador y científico panameño encargado del proyecto por el Smithsonian dijo “que el bosque todavía es desconocido para la ciencia ya que de las 1 500 especies de árboles que hay en Panamá, sólo 50 han sido estudiadas a profundidad”.


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